La Formación Profesional y Laboral en la Provincia de Buenos Aires es una política estratégica que articula educación, trabajo y desarrollo productivo. A través de los Centros de Formación Profesional (CFP) y los Centros de Formación Laboral (CFL), se ofrecen trayectos educativos gratuitos, con reconocimiento oficial, orientados a jóvenes y adultos que buscan adquirir, actualizar o certificar competencias laborales.
Esta formación se adapta a las necesidades de los distintos sectores productivos, promoviendo la inclusión social, la empleabilidad y el fortalecimiento del tejido económico local. Los cursos abarcan desde oficios tradicionales hasta áreas emergentes como tecnología, energías renovables, logística o servicios digitales.
En este marco, el rol de los gremios y sindicatos es fundamental. El Instituto Provincial de Formación Laboral (IPFL), dependiente del Ministerio de Trabajo bonaerense, articula con organizaciones sindicales para el diseño y la implementación de propuestas formativas que respondan a las realidades del mundo del trabajo.
Uno de los actores clave en este entramado es URGARA (Unión de Recibidores de Granos y Anexos de la República Argentina). Su participación en la formación laboral no solo fortalece la capacitación técnica de sus afiliados, sino que también contribuye a la profesionalización del sector agroindustrial, un pilar económico de la provincia.
La inserción de URGARA en el medio local se traduce en:
Cursos específicos vinculados al control de calidad, logística, seguridad e higiene, y manejo de tecnologías aplicadas al almacenamiento y transporte de granos.
Convenios con CFL para dictar capacitaciones en zonas estratégicas, como puertos, acopios y plantas de procesamiento.
Certificación de saberes previos, reconociendo la experiencia laboral de sus afiliados y promoviendo su jerarquización profesional.
Vínculos con municipios y empresas, generando oportunidades de empleo y actualización permanente.
Esta sinergia entre el Estado, los gremios y el territorio permite que la formación no sea solo una herramienta educativa, sino una palanca de transformación social y productiva. En el caso de URGARA, se traduce en una mejora concreta de las condiciones laborales, la seguridad en el trabajo y la calidad del servicio que prestan sus representados.